Lo que consideramos justicia es, con mucha frecuencia, una injusticia cometida en nuestro favor.
Réveillère, jugador de fútbol.
La principal tarea del presidente de la Federación Española es satisfacer las expectativas de los deportistas, árbitros, técnicos y clubes, en todas las ramas deportivas en las que la tiene competencias. A menor escala, el presidente autonómico debe también atender las mismas expectativas respecto a su propia audiencia.
Para ello, la pregunta lógica sería:
¿qué debe hacer el presidente autonómico para desempeñar correctamente su función?
En la búsqueda de respuestas, antes o después se acaba enfrentando con la cruda realidad: muchos de los involucrados le piden atender intereses particulares para apoyarle en la consecución de sus objetivos. No podemos evitarlo; está en nuestra cultura. Sin embargo, si el presidente autonómico atiende intereses particulares, ¿quién defiende al deporte?
Según algunos, la respuesta a esta pregunta es irrelevante. De hecho, a menudo solo sirve para esconderse debajo de ella en los procesos electorales, con el único objetivo de lograr el poder y luego ostentarlo.
Bajo mi punto de vista, y en este sentido, quizá uno de los puntos extremadamente débiles de nuestros federativos es la falta de una ética correcta.
Estas dos palabras implican necesariamente la atención y protección del interés general deportivo. Por tanto, es clara la disyuntiva que se plantea entre la atención de los intereses particulares de los afines (también conocido como pago de favores), en contraposición con la defensa del interés general deportivo.
Relacionaré brevemente algunos de los elementos que definen el interés general deportivo, en relación al presidente autonómico:
- Planificación, programación, publicación y ejecución de un calendario deportivo completo. Especialmente importantes son la publicación oportuna, de forma que todos los implicados puedan organizarse; y ejecución de lo planificado, con competiciones de la suficiente calidad y rigor.
- Diligencia esmerada con las jóvenes promesas, de forma integral: programas de formación y tecnificación con personal adecuado, inversión en medios, y apoyo económico y técnico en desplazamientos a competiciones.
- Cuidado y atención a los deportistas relevantes (DAN/DAR): apoyo tecnico y económico.
- Inversión en infraestructuras y material, y su puesta a disposición de todos los federados.
- Formación de técnicos. Los técnicos deben participar en hacer mejores a los deportistas. A menudo, el técnico se limita exclusivamente a instruir a los aspirantes para obtener la licencia de armas (y cobrar por ello, claro).
- Formación de árbitros. Este colectivo determina en gran medida la calidad de una prueba de tiro, por lo que su formación es muy importante. A menudo, los árbitros acuden a las competiciones para poder obtener los posibles beneficios que su trabajo les reporta; otros, los peores, lo hacen para compensar algún tipo de carencia, con el supuesto poder que el hecho de ser árbitro les otorga; pocos se preocupan de estar permanentemente actualizados e intentan dar lo máximo de sí mismos, en el convencimiento de que su correcta actuación permite elevar la calidad de las competiciones.
- Íntimo conocimiento de la responsabilidad que ha asumido, manifestada a través de una permanente vocación de servicio y, en especial, aquella responsabilidad que tiene en la elección en conciencia del más idóneo y capacitado para los puestos de dirección a nivel nacional, en contraposición con la “devolución de favores diversos” (asignación de competiciones nacionales, nombramientos, etc.).
Es también importante explicitar deliberadamente qué cosas NO constituyen la defensa del interés general deportivo. Igual que antes, la lista no es exhaustiva:
- Los favores para obtener determinados réditos. Estos solo favorecen a quienes los hacen, y prácticamente nunca a la generalidad. Se deben enfatizar especialmente aquellos favores que acaban influyendo de una forma u otra en la elección de los puestos directivos a nivel nacional.
- La defensa o promoción desmedida de una modalidad en detrimento de otras.
- La improvisación asociada a los cambios de tendencia de los afines.
- La designación de cargos de confianza en base a la afinidad, en lugar de hacerlos en base al mérito y la capacidad.
- El uso de la federación como plataforma de proyección para negocios personales y el networking ajeno al ámbito deportivo.
- El uso de la federación para beneficiar a los afines (amistad, relaciones sentimentales, etc.), en detrimento de otros, con iguales o superiores méritos deportivos; o perjudicar/ejercer venganzas sobre los adversarios, por cualquier motivo.
- Promover la concurrencia a las competiciones mediante premios excesivos, sorteos y acciones similares. Esta forma de “promoción”, si bien podría resultar aceptable para los clubes, es inherentemente incompatible con los valores deportivos que debe fomentar una federación autonómica (disciplina, sacrificio, participación, superación, compañerismo, etc.)
- En general, el presidente autonómico no debe hacerse protagonista de los éxitos y atribuir los fracasos a causas espurias. Los protagonistas de todo esto son los deportistas. Todo lo demás, gira a su alrededor. Los éxitos federativos deben atribuirse particularmente a quien los logra; y los fracasos deben ser asumidos por el líder.
En mi opinión, otras características del presidente autonómico como caer bien o, “ser cercano” a los federados, son secundarias. Lo fundamental es facilitar el desarrollo del deporte y administrar correctamente los recursos comunes.
Durante mi paso por la Federación Canaria de Tiro Olímpico, cometí involuntariamente alguno de los errores que he referido antes, pero aprendí también grandemente sobre la volubilidad de las personas. En último término, la calidad humana y el trabajo en equipo son los factores que determinan el éxito o fracaso de cualquier proyecto.

S. Garzo