Lo que consideramos justicia es, con mucha frecuencia, una injusticia cometida en nuestro favor.

Réveillère, jugador de fútbol.

La principal tarea del presidente de la Federación Española es satisfacer las expectativas de los deportistas, árbitros, técnicos y clubes, en todas las ramas deportivas en las que la tiene competencias. A menor escala, el presidente autonómico debe también atender las mismas expectativas respecto a su propia audiencia.

Para ello, la pregunta lógica sería:

¿qué debe hacer el presidente autonómico para desempeñar correctamente su función?

En la búsqueda de respuestas, antes o después se acaba enfrentando con la cruda realidad: muchos de los involucrados le piden atender intereses particulares para apoyarle en la consecución de sus objetivos. No podemos evitarlo; está en nuestra cultura. Sin embargo, si el presidente autonómico atiende intereses particulares, ¿quién defiende al deporte?

Según algunos, la respuesta a esta pregunta es irrelevante. De hecho, a menudo solo sirve para esconderse debajo de ella en los procesos electorales, con el único objetivo de lograr el poder y luego ostentarlo.

Bajo mi punto de vista, y en este sentido, quizá uno de los puntos extremadamente débiles de nuestros federativos es la falta de una ética correcta.

Estas dos palabras implican necesariamente la atención y protección del interés general deportivo. Por tanto, es clara la disyuntiva que se plantea entre la atención de los intereses particulares de los afines (también conocido como pago de favores), en contraposición con la defensa del interés general deportivo.

Relacionaré brevemente algunos de los elementos que definen el interés general deportivo, en relación al presidente autonómico:

Es también importante explicitar deliberadamente qué cosas NO constituyen la defensa del interés general deportivo. Igual que antes, la lista no es exhaustiva:

En mi opinión, otras características del presidente autonómico como caer bien o, “ser cercano” a los federados, son secundarias. Lo fundamental es facilitar el desarrollo del deporte y administrar correctamente los recursos comunes.

Durante mi paso por la Federación Canaria de Tiro Olímpico, cometí involuntariamente alguno de los errores que he referido antes, pero aprendí también grandemente sobre la volubilidad de las personas. En último término, la calidad humana y el trabajo en equipo son los factores que determinan el éxito o fracaso de cualquier proyecto.

S. Garzo

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